3 jun 2011

After dark, Haruki Murakami

Encara que no ens hem reunit per comentar After dark de Haruki Murakami, volia fer-li ja una entrada per compartir informació que he trobat en Internet i que m'ha semblat molt adient. A través d'un blog d'una altra lectora he trobat allò que jo volia fer, i que tal volta algú de vosaltres també ha fet o ha pensat fer, i és ni més ni menys que cercar totes les cançons que van apareguent al llibre. Ho parlerem tranquil·lament, però en aquest llibre la música és prou important, fins i tot dona nom al llibre!! Tanqueu els ulls, obrim les orelles i a gaudir la música!!

La música que suena a bajo volumen es Go away, little girl de Percy Faith y su orquesta. Nadie la escucha por supuesto.
Porque yo, hasta entonces, no había escuchado nunca jazz. En fin, sea como sea, la primera melodía de la cara A se llamaba Five spot after dark y era alucinante. El trombón lo tocaba Curtis Fuller. La primera vez que lo oí tuve una especie de revelación.

Sin mirarlo apenas, deja la hoja de papel junto a la cuenta. Luego respira hondo, apoya una mejilla en la palma de la mano y vuelve a entregarse a la lectura. En el local suena a bajo volumen April fools, de Burt Bacharach.


Las dos se sientan a la barra de un pequeño bar. No hay ningún otro cliente. Suena un viejo disco de Ben Webster. My ideal. Una interpretación de los años cincuenta.

Al pulsar el botón, la aguja desciende. Se oye un crepitar casi imperceptible. Luego empieza a sonar Sophisticated lady de Duke Elligton. El solo del lánguido clariente bajo de Harry Carney. Los movimientos pausados del barman confieren al local una manera muy particular de fluir el tiempo.



En el lavabo de Skylar está Mari lavándose las manos. Ahora no lleva la gorra. Ni tampoco las gafas. Por los altavoces del techo suena a bajo volumen un viejo éxito de los Pets Shop Boys, Jealousy. El gran bolso bandolera descansa a un lado del lavabo.


La música de piano de Bach suena a un volumen moderado desde un reproductor de cedés de pequeño tamaño que descansa sobre el escritorio. Suite inglesas, interpretadas por Ivo Pogorelich. Toda la sala se halla a oscuras, sólo la zona del escritorio está iluminada por los fluorescentes del techo. La escena podría figurar en un cuadro de Edward Hopper titulado Soledad.


En el reproductor de cedés portátil que hay sobre la mesa suena una cantata de Scarlatti interpretada por Brian Asawa. Podría parecer que su pausado tempo no se aviene con aquel ejercicio brusco, pero él controla sutilmente sus movimientos adecuándolos al compás de la música.


-¿Y por qué te intereso yo?
-Sí, ¿verdad? ¿Por qué será? En estos momentos ni yo mismo me lo explico. Pero, si nos vemos y hablamos, quizás llegue el día en que empiece a sonar por alguan parte una música tipo Francis Lai y yo sea capaz de darte una serie de razones concretas, una después de otra,  explicándote por qué has despertado mi interés. A lo mejor, incluso la nieve alcanza un espesor considerable.